Preguntas frecuentes

Te ayudo a encontrar respuesta a tus preguntas

Nombre *
Rellena este campo
Correo electrónico *
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.
Teléfono *
Rellena este campo
Forma de contacto preferida:
Selecciona una opción
Seleccionar fecha de cita preferida *
Rellena este campo
Lugar preferido de consulta presencial:
* Opciones únicamente para forma de contacto presencial.
Selecciona una opción
Comentarios *
Rellena este campo
Tienes que aprobar los términos para continuar


Responsable: Natalia Lacalle Muñoz de Cuerva.
Finalidad: Gestionar el envío de comunicaciones.
Legitimación: Consentimiento del interesado y ejecución del contrato.
Destinarario: No se prevén cesiones de datos.
Derechos: Acceder, rectificar, suprimir y otros....

Tienes que aprobar los términos para continuar
Deseo recibir información de las actividades de Natalia Lacalle *
Selecciona una opción
Dependencia emocional

¿Te sientes atrapado en una relación de la que no sabes salir aún sabiendo que no es lo que quieres? ¿Eres incapaz de romper y cuando lo has conseguido has vuelto al poco tiempo porque creías morir? ¿Continuas en una relación que no funciona porque piensas que la otra persona terminará cambiando? Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, es muy probable que sufras dependencia emocional.

Un dependiente emocional es aquél  que siente una “adicción” muy fuerte hacia otra persona. Siente que la necesita por encima de todo, que sin ella su vida dejaría de tener sentido o que incluso podría morir.

Los dependientes emocionales tienen un temor excesivo a que la relación se acabe en algún momento. Se dicen frases del tipo: “Si me deja, me muero”, “voy a hacer todo lo posible para que no me deje” … La posibilidad de que la relación se termine no se la plantean bajo ningún concepto porque no consiguen ser felices ni disfrutar sino es a través de la otra persona.

Es común que estas personas no piensen en sus necesidades y se anulen a sí mismas en favor de su pareja, familia o amistades. Además, tienden a ser muy sensibles a la aprobación de sus actos.

Esta necesidad de aprobación les provoca verse incapaces de tomar decisiones, y les lleva a no evolucionar en distintos aspectos de su vida, quedándose anclados en el pasado sin ser capaces de encontrar ninguna posibilidad de salida.

El primer paso, sin duda, reconocer de manera honesta que tienes un problema de dependencia que te lleva a mantenerte en una relación tóxica a pesar de una sensación continua de infelicidad.

Es clave que trabajemos para desarrollar no sólo tu autonomía y autoestima, sino también para identificar creencias irracionales sobre la relación, el vínculo y los roles de los miembros de la pareja. Estableceremos creencias más ajustadas que te permitan un desarrollo saludable de tus relaciones.

Si necesitas ayuda para salir de una relación tóxica, te acompaño y comparto contigo herramientas para que por fin dejes atrás la relación dependiente que te impide avanzar con tu vida.

Relaciones interpersonales

Me atrevo a decir que el 90 % de nuestra felicidad depende de la calidad de nuestras relaciones interpersonales.

Tan convencida estoy de ello, que puedo asegurar que para tener una vida plenamente satisfactoria es crucial estar satisfecho con las relaciones que mantenemos en los diferentes ámbitos de nuestra vida. Desde amigos, familia y/o pareja, hasta relaciones profesionales con compañeros y jefes.

Muchos de mis clientes acuden a consulta porque no se sienten satisfechos con alguna de sus relaciones y buscan poder mejorarla. Se sienten perdidos y acuden a mí como última opción antes de tirar la toalla. Incluso, llegan a pensar que no hay nada que se pueda hacer, poniendo todo el foco en la otra persona y sin ser capaces de encontrar nuevas posibilidades de acción.

Las causas pueden ser muchas, pero hay una característica muy común en gran parte de ellas, la ausencia o mala comunicación. Muchos de los problemas interpersonales se solucionarían con una comunicación clara, honesta y estructurada. Muchas veces nos quejamos de nuestras parejas, de nuestros jefes, de nuestros amigos…. No entendemos por qué no hacen “esto” o “aquello” que para nosotros es tan importante. Escucho frases del tipo: “Natalia, ¿te puedes creer que mi jefe no para de mandarme trabajo y yo lo que necesito es alguien que me ayude?” o “mi pareja no me antepone a sus padres/amigos cuando en estos momentos la necesito a mi lado”…

Cuántas veces esperamos que los demás cumplan con cosas que no les pedimos y nos frustramos al comprobar que no se cumple lo que estábamos esperando. Por qué nos creamos expectativas sobre cómo deben actuar los demás en lugar de realizar peticiones y establecer compromisos. Solucionaríamos muchos disgustos si cambiásemos expectativas por peticiones en un contexto adecuado, verificando que nos han comprendido y que adquieren un compromiso.

Creer que los demás se tienen que dar cuenta por si mismos de lo que yo quiero es lo mismo que creer que los demás pueden leer nuestra mente.

Cada relación es diferente a cualquier otra y para establecer un diagnóstico y un tratamiento, hay que analizar cada caso en particular. Aún así, existen pequeños detalles que podemos poner en práctica para tratar que nuestras relaciones mejoren y fluyan de manera más positiva:

  • Reconozcamos a los demás lo que nos gusta de ellos. Este tipo de feedback siempre gusta y además refuerza que la conducta se mantenga en el tiempo.
  • Escuchemos con atención, sin distracciones. Es clave que nuestro interlocutor se sienta escuchado, comprendido, aceptado y no juzgado.
  • Respetemos las opiniones de los demás independientemente de que las compartamos. Diferenciemos entre tolerar y aceptar.
  • Admitamos nuestras equivocaciones. Pidamos perdón y reconozcamos nuestros errores.
  • Mostrémonos empáticos. Pongámonos en su lugar y analicemos cómo nos sentiríamos si nos hicieran lo mismo. Sino siento el dolor del otro la relación está muerta, no hay nada que hacer.
  • Mantengamos conversaciones claras, con peticiones, ofertas y compromisos.

Estos puntos sobre cómo mejorar las relaciones son muy generales y, evidentemente, dependerán de las personas con las que tengamos el problema y de cada caso en particular. Pero desde luego, abre la puerta a un cambio que repercutirá positivamente en nuestro propio bienestar.

En todo momento es clave tener presente la importancia de amarnos, respetarnos, cuidarnos, reconocernos y valorarnos a nosotros mismos. Si una relación nos hace daño, estudiaremos las opciones de redirigirla, pero si no encontramos la manera, tal vez hay que romperla diciendo adiós y despidiéndonos de una forma saludable.

Nadie en su sano juicio mantendría una empresa con pérdidas constantes. Trataría de reconducirla, pero si los costes son mucho mayores que los ingresos terminarían cerrándola.

Lo mismo pasa con las relaciones interpersonales. Si los momentos de felicidad no ganan a los de infelicidad, ¿para qué mantener esa relación?

¿Sientes que tus relaciones interpersonales no funcionan como te gustaría y no sabes por qué? Juntos podemos ver qué sucede y qué se puede hacer para mejorar. Déjame que te acompañe.

Seguridad y confianza

A menudo, me encuentro personas con grandes habilidades y enorme potencial, que dejan pasar oportunidades personales y/o profesionales por falta de seguridad en ellas mismas, porque no se sienten con la confianza suficiente para hacerlo.

Por supuesto que tener seguridad en uno mismo es clave para conseguir éxito en cada una de las cosas que hacemos, pero el verdadero problema no es no sentirse confiado a la hora de hacer algo, el problema está en que tenemos la falsa creencia de que debemos sentirnos confiados para hacerlo y hacerlo bien. No esperes a sentirte preparado antes de dar tu primera charla en público o antes de abrir tu propio negocio, porque te quedarás esperando de por vida. Actúa sin confianza, y la confianza vendrá después.

Pongamos un ejemplo. Seguro que muchos de vosotros os habéis planteado a lo largo de vuestra vida pasar una temporada en un país extranjero. Hay personas que a pesar de sus miedos e incertidumbres dan el salto y lo hacen, pero hay otras que han acabado por no hacerlo porque sus inseguridades han vencido a sus deseos de aprender un idioma o de cumplir una experiencia tan enriquecedora como es vivir en otro país.

“Qué pasará si no encuentro trabajo, echaré demasiado de menos a mi familia, no tengo ni idea de inglés, cómo haré para desenvolverme en un ambiente que no conozco…”

Es normal que todos sintamos inseguridad ante ciertas situaciones, pero es importante hacerlas frente y no tirar la toalla ante los primeros signos de debilidad. Apoyarnos en aquello en lo que sabemos tenemos valía, conectar con nuestros puntos fuertes y utilizarlos a nuestro favor, nos ayudará a ganar confianza y a lograr aquello que nos propongamos.

Os aseguro que creyendo en nosotros existen muy pocas cosas que no podamos conseguir.

La inseguridad y la falta de confianza nos provocan emociones desagradables como el miedo o la ansiedad, que además de paralizarnos, van muy de la mano de pensamientos catastrofistas del tipo “no estoy preparado para ello”, “voy a hacer el ridículo y va a ser horrible”, “es imposible que lo consiga” … Y ante este panorama es normal que evitemos hacer frente a estas situaciones y mecanismos de escape que, a corto plazo, bajarán nuestros niveles de ansiedad e incertidumbre y nos mantendrán en nuestra zona de confort, donde, al no existir ningún riesgo a la vista, recuperaremos seguridad.

El problema está en que a la larga la percepción de nosotros mismos se verá cada vez más deteriorada y la capacidad de toma de decisiones más dañada, hasta el punto de no conseguir ninguno de nuestros propósitos y sentirnos infelices de manera casi permanente.

La desconfianza e inseguridad tienen una gran variedad de causas, pero algo común en todos los casos es la existencia de creencias limitantes que nos frenan y nos impiden avanzar en la vida.

A lo largo de nuestra existencia vamos construyendo nuestras propias creencias. Creencias que dependen de la educación que hemos tenido, de los patrones de comportamiento que desde niños observamos, de la interpretación que hacemos de los hechos, etc. En definitiva, de nuestra propia historia, de nuestra existencia.

Muchas de estas creencias son posibilitadoras y nos ayudan a crecer, a desarrollarnos y superarnos cada día. El problema viene cuando este tipo de pensamientos nos paralizan y nos impiden crecer, produciendo una vida menos saludable, donde el miedo nos impide cumplir algunos de nuestros sueños.

Cuanto más inseguros nos sentimos ante una situación, nuestro desempeño es peor. Si por ejemplo creemos que no valemos para aprender un idioma, nuestra desconfianza nos producirá tal desmotivación que conseguirá que lo acabemos abandonando una y otra vez.

Nuestros pensamientos son poderosísimos, de ellos dependen nuestras emociones y nuestras conductas.

El objetivo final claramente es conseguir una autoestima sana. Para ello, debemos empezar identificando pensamientos poco ajustados a la realidad, aquéllos basados en una interpretación poco objetiva y distorsionada, y cambiarlos por otros más reales. Al principio no es fácil, ya que nuestras creencias al estar tan arraigadas nos dificultan ver otras posibilidades. Sin embargo, con ayuda de diferentes herramientas que se van adquiriendo en cada sesión, se terminan viendo diferentes alternativas y se toma conciencia de que las limitaciones nos las ponemos nosotros mismos.

Otro aspecto que sin duda nos ayudará desde el primer momento es aceptar nuevos retos. Si hay algo que nos de miedo hacer, lo peor es darnos la vuelta diciendo que no podemos hacerlo. Debemos actuar justo al contrario, haciéndolo, dando todo de nosotros y confiando en nuestras capacidades. Esto nos ayudará a ir dejando a un lado la inseguridad, a ver que somos capaces de mucho más de lo que creíamos y a mejorar nuestra autoestima.

Además, para ganar seguridad y autoestima es vital analizar los mensajes que nos decimos. Todos tenemos un diálogo interno que solo nosotros conocemos. Pero por norma general, solemos ser más críticos con nosotros que con el resto del mundo. Nos mandamos mensajes en los que tendemos a ser muy duros y, por tanto, la comunicación que tenemos puede ser bastante negativa.

Para tener más confianza y seguridad, nuestro diálogo interno debe estar basado en mensajes positivos, sobre todo, en aquello que hacemos bien y en lo que sabemos que tenemos potencial. En lugar de centrarnos en nuestras debilidades, reforcemos nuestras habilidades y reconozcamos nuestro valor.

Cambiar el tipo de mensajes que nos decimos no es algo que surja de la noche a la mañana. Si siempre nos hemos enviado mensajes negativos, nos costará un tiempo el que nos salga de manera natural mandarnos mensajes positivos, pero si empezamos y somos constantes, lo acabaremos convirtiendo en hábito.

Mejorar la confianza, autoestima y seguridad en ti mismo hará que te sientas más fuerte y con herramientas para hacer frente a los problemas.

Si te sientes inseguro, con baja autoestima y tienes poca confianza en lo que puedes lograr, puedo acompañarte en el camino para afrontar cualquiera de tus metas.

Actúa, porque los sentimientos de confianza solo vienen después de los actos.

Gestión de las emociones

Cuando hablamos de gestión de emociones hacemos referencia a ser conscientes de las emociones que sentimos, aceptándolas y regulándolas para conseguir una realidad más satisfactoria y creciente en oportunidades.

Existe más de una veintena de emociones: alegría, asco, enfado, tristeza, ira, miedo, sorpresa, amor, vergüenza… Algunas de ellas son las emociones más básicas, aquellas que sentimos con más frecuencia y comunes en más culturas. Pero todas, sin excepción, forman parte de los seres humanos y las experimentamos en diferentes momentos de nuestra vida.

El problema, es que siendo así, muchas personas son incapaces de hacer frente a determinadas emociones y huyen de ellas como si de fuego se tratase. Algo que a la larga sólo trae problemas, tanto a nivel personal (físico y psicológico) como a nivel interpersonal.

Empecemos por entender qué son las emociones y para qué nos sirven en el día a día. Una emoción es un estado complejo de reacciones psicofisiológicas que experimentamos como respuesta a ciertos estímulos externos y que compromete una experiencia propia y única para cada persona.

Todas las emociones tienen una función adaptativa importantísima, por ello es vital aprender a aceptarlas y llevarse con ellas de la mejor manera posible. Muchos autores dividen las emociones en positivas y negativas. Desde mi punto de vista, es mucho más acertado hablar de emociones agradables y desagradables. Todas son importantes para nuestra supervivencia, nos permiten crecer, aprender y evolucionar.

Hay muchas causas que pueden llevarnos a una mala gestión de las emociones, pero la gran mayoría radican en la educación recibida en la infancia. Estoy convencida que a todos nos sonará la frase “no llores, no seas bebé, los hombres no lloran”. Muy probablemente a muchos de nosotros nos han dicho frases parecidas cuando explotábamos a llorar de niños “basta, deja de llorar, ya está bien”, y así aprendimos que el llanto no estaba bien visto, lo mismo que la tristeza, la rabia y un sinfín de emociones más. Así, fuimos pasando los años, conteniendo muchas de nuestras emociones porque nos habían dicho que no debíamos expresarlas, pero tampoco nos dijeron cómo se hacía, cómo debíamos sacar a fuera esos sentimientos que nos apretaban el pecho y nos producían cambios psicofisiológicos.

En definitiva, desde muy niños, y en muchos casos no tan niños, se instala la creencia de que la expresión de las emociones está ligada a debilidad, y nos dejan claro que los héroes no tienen miedo, ni se enfadan, ni mucho menos lloran, produciendo una gestión emocional totalmente ineficaz que dificulta enormemente la evolución y el desarrollo personal.

Muchas personas no saben expresar sus emociones, afectándoles de forma importante en sus relaciones interpersonales y en la comunicación con los demás. Tengamos en cuenta que la buena comunicación se basa en la expresión de ideas, sentimientos y necesidades de forma segura y respetuosa.

El problema no es que no quieran expresarlas o compartirlas, sino que como desde pequeños han evitado a toda costa el sacarlas al exterior, ahora, aunque lo intentan, son totalmente incapaces. Pongamos un ejemplo, es como si abrimos el grifo de una manguera al máximo, pero olvidamos abrir la boquilla que permite al agua salir. Los sentimientos los experimentamos de la misma forma, al igual que los cambios en nuestro cuerpo, pero no encontramos la forma de expresarlos.

El hecho de no expresar una emoción no significa que ésta vaya a desaparecer, más bien todo lo contrario. Estará ahí, oculta y esperando salir, y cuando lo haga será en el momento menos apropiado y de una forma que, quizá, no sea la mejor.

Sin duda, existe una relación directa entre buena gestión emocional y adecuado desarrollo y crecimiento personal.

Para una buena gestión emocional hay dos puntos clave, en primer lugar, empezar por entender que todas las emociones nos aportan algo, y, por tanto, no hay que evitarlas, ni mucho menos esconderlas. En segundo lugar, aprender a identificarlas, sentirlas, y disfrutarlas, comprendiendo y escuchando lo que nos están transmitiendo. 

Por ejemplo, en una situación en la que la emoción predominante es la tristeza, como es el hecho del fallecimiento de un ser querido, le echamos de menos y nos sentimos desolados. Gestionar esta tristeza de manera correcta supondrá contactar con la pérdida, aceptarla, sentirla, darnos espacio para llorar si lo necesitamos, y por supuesto tiempo para despedirnos y asimilar que esa persona no volverá.

Si necesitas ayuda con la gestión de tus emociones, puedo acompañarte en el proceso trabajando juntos para que lo consigas.

Una gestión adecuada de las emociones te evitará, a medio plazo, problemas físicos y psicológicos y aumentará la calidad de tu vida.

Coaching profesional

Un proceso de coaching profesional te ayudará a conseguir aquellos objetivos laborales que estás buscando. Como coach, te acompañaré mediante preguntas y herramientas que te llevarán a una reflexión profunda para tomar conciencia sobre qué es lo que quieres ser, hacia dónde quieres ir y cómo llevarlo a cabo, conectando con las habilidades con las que cuentas para conseguirlo.

  • Identificar qué es lo que estás buscando a nivel profesional.
  • Conocer las claves para gestionar miedos y bloqueos que te impiden conseguir los objetivos profesionales que quieres.
  • Diseñar tu vida profesional a corto, medio y largo plazo para conseguir tus metas.
  • Desarrollar habilidades personales de comunicación, manejo de estrés y gestión de emociones.
  • Descubrir cuáles son tus fortalezas y talentos para ponerlos en valor.
  • Etc…

Mis más de 20 años de experiencia compaginando la psicología con el mundo de la empresa en diferentes áreas relacionadas con la Dirección de Personas (selección, formación, desarrollo de equipos, relaciones laborales…) y Operaciones, me han aportado no sólo un gran conocimiento del comportamiento individual y grupal del ser humano, sino también un amplio entendimiento del funcionamiento empresarial y del valor clave de habilidades como liderazgo, trabajo en equipos de alto rendimiento, orientación a resultados, gestión del tiempo y comunicación adecuada para poder sobrellevar cualquier desafío.

Sin duda, mi valor diferencial se basa en tener un amplio conocimiento del mundo empresarial y del comportamiento humano. Sé como acompañarte para que profesionalmente consigas estar donde ambicionas llegar.